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“Piloteando el desoriente”: A tres meses del regreso

«Por Rocío Ramonda y Manuel Denis»

 

Matías Volken, uno de los miembros del grupo de viajeros “Piloteando el desoriente”, brindó detalles en una entrevista para La Voz de la Región, sobre la travesía en Combi que inició, junto a tres personas en 2019. Volvió solo y narra su experiencia.

“Piloteando el Desoriente” fue un proyecto de viaje sin fecha de regreso entre 4 sancarlinos. Matías y Virginia Volken, Walter Chávez y Franco Duckardt salieron a bordo de su Volkswagen Combi modelo 82’ el 16 de marzo de 2019 a emprender una experiencia única. Sin un destino claro, con el arte como estandarte, viajaron por Argentina, Chile, Bolivia y Perú. Lo que desconocían es que, a su paso, iban a ser partícipes de momentos claves en la historia latinoamericana y mundial: revolución social chilena, golpe de estado a Evo Morales en Bolivia y, finalmente, la pandemia Covid-19.

Hoy, a tres meses de su regreso, Matías Volken contó a nuestro medio de comunicación su experiencia en este viaje en el que partieron cuatro amigos y, por circunstancias propias del recorrido, volvió solo.  Primero estuvieron por la zona de Cuyo, en Argentina, durante unos 3 meses. Luego salieron del país por el Paso Libertador, estuvieron 5 meses en Chile, recorriendo desde el centro hacia el Norte. El país que siguió fue Bolivia y posteriormente Perú.

“Fue una experiencia increíble. Allí vivimos el comienzo de la revolución social chilena, es por ello que decidimos ir hasta Bolivia”, comenzó detallando Matías en una entrevista que se iba a extender por algunos minutos.

―¿Qué sucedió en Bolivia?

―Bolivia fue diferente, vivimos un contexto muy particular porque llegamos durante el golpe de estado a Evo Morales. Fue fuerte pero, a su vez, enriquecedor ver cómo el pueblo se levantó reclamando sus derechos. La situación era tensa, nosotros hacíamos arte en la calle y no estaba tan bueno exponerse en ese momento. De todos modos la pasamos bien porque conocimos gente que nos albergó y que nos facilitó un montón de cosas.

―¿Se fueron en cuanto pudieron?

―Una vez que abrieron las rutas, el destino siguiente fue Perú. Viajamos un tiempo por el país y nos agarró la pandemia. Eso hizo que estemos 2 años y medio allí. Si bien las fronteras estaban cerradas, nos permitían viajar por el interior del país el tiempo que nosotros queríamos. Durante un tiempo viajamos en caravana de tres Combis, con personas que fuimos conociendo. Éramos un grupo de 12 personas. Siempre encontramos familia.

―¿Cómo impactó la Pandemia Covid-19 en su proyecto, en su idea inicial?

―La pandemia nos sembró mucha incertidumbre y algo de temor. Eso hizo que, de ese grupo de 12 que antes nombré, algunos decidan volverse a sus casas. Nosotros resistimos un poco más. Todo era un signo de preguntas, seguimos viajando y nos seguimos separando. Mi hermana se bajó y se fue a Colombia, Franco se subió a otra Combi y quedamos Walter y yo solos en Perú. En ese momento nos cayó la ficha de que era la primera vez que estábamos solos, los dos viajando por el mundo y lejos. Empezamos a viajar separados y después de ver que las fronteras de Perú no iban a abrirse en el corto plazo, empezamos a averiguar la posibilidad de tramitar la frontera con Bolivia como para volver a casa.

―Si tuvieras que nombrar una anécdota, ¿cuál elegirías?

―Hay muchas. Pero voy a elegir contar algo que sucedió estando en un refugio para viajeros en Lima, Perú. Allí estábamos con un hombre que recibía viajeros de todo el mundo y nos hospedó. Nos quedamos 3 meses con esta familia. En un momento se acerca Heraldo (dueño del refugio) y nos dice: ‘Bueno chicos, nosotros nos vamos de vacaciones». Le preguntamos si quería que nos quedemos a cuidar el lugar mientras no estaban, y él nos respondió: ‘No, les comento esto porque quisiera que vengan con nosotros’. Realmente quería compartir con nuestro grupo a tal punto de invitarnos a las vacaciones con toda su familia. Eso fue un viaje diferente en medio de lo que ya era un viaje para nosotros.

―Y decidiste volver…

―Sí. Después de 3 años y medio, lejos de todo, en verdadera felicidad y armonía, decidí encarar nuevamente para Argentina. Hace tres meses que llegué a San Carlos.

 

 

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