Por Marisa Prina
Cada Saucero que por distintas razones tuvo que dejar el pueblo, cada año, cada 30 de Setiembre, esté donde esté, viva donde viva, llega al lugar para saludar a “su Santo”. Durante días y días el pueblo se prepara para la celebración que comienza con la novena. Ese día todo es fiesta: los reencuentros, los abrazos, familiares y amigos que llegan, el estreno de alguna prenda, los adornos en las calles. Se comienza muy temprano y se termina muy tarde, como si todos estuviesen abrazados al tiempo para disfrutar cada minuto, deseando que no termine nunca el festejo.
La memoria es afectiva, es susceptible de permanecer latente por largos períodos. Se construye junto a otros, aunque sea vivida individualmente. Recurrimos en primer término a la memoria de habitantes de San Jerónimo del Sauce y de la zona para reconstruir colectivamente cómo se vive ese día en la comunidad. Y finalmente, a la investigación histórica de Roberto Lance y Juan Carlos Pedroni para dar cuenta de este multitudinario acontecimiento.
David Boskovic: “Un aire distinto, algo mágico”
“Fecha cara a los sentimientos de los Sauceros es la que se acerca. Una fecha que está llena de matices, única, un fenómeno popular muy difícil de explicar para quienes nunca tuvieron la fortuna de vivirlo. Semanas antes ya comienza a palpitarse en Sauce: se pintan las casas, se renuevan los frentes, la época del año ayuda con su primavera.
El 30 asoma con estruendos de bombas, es `Feriado Nacional Saucero´, ya se han levantado todos, siguen los preparativos, llegan visitantes de localidades vecinas y de más lejos; el Saucero que se tuvo que ir, vuelve.
Se respira un aire distinto, algo mágico. Suenan las campanas y la histórica Capilla está como nunca, San Jerónimo se lo merece. Cosa rara, pero hasta los ateos van a misa el 30. Misa a medias quizás porque lo que más importa es la Procesión.
El momento más emotivo, cuando sale el Santo: pañuelos, lágrimas, pétalos, promeseros, los Lanceros, el fervor se juntan en un momento sublime, sabiendo que es la única vez que será así en este año…”
Andrea Zapata de Bedini: “Gracias a Dios por haberme hecho saucera”
“Se escuchaba decir en casa, desde el primer día de setiembre, `se vienen las patronales´ y era motivo de ahorrar para poder compartir un rico almuerzo, en ese esperado acontecimiento, con amistades y familia…
Los vecinos de la zona llegaban en volanta, familias enteras dejaban en descanso sus caballos en lo que es hoy `el fondo de mi barrio´. Mientras iban a los oficios religiosos, un mozo los cuidaba y les daba agua por unas monedas que generaban una entrada a su hogar y era para comida, no para otra cosa. Luego de Misa, a modo de picnic, junto al carruaje se compartían manjares: pavo o lechón asado, platos fríos porque venían de kilómetros…
Gracias, Dios, por haberme hecho Saucera…”
Oscar López: “Corazones apretados en espera de una bendición”
En “El Sauce” hay clima de fiesta cada 30 de setiembre. Lo veo en los peinados prolijamente preparados de las niñas, en los trajes de una vez al año; lo siento en los saludos con sonrisas, en los abrazos, en el aire. La banda se acomoda en la calle y la gente se va acercando: va a comenzar la procesión. Algún abuelo en silla de ruedas, las madres con sus hijas, los enfermos, los que prometen, los que agradecen, los felices, los ajenos… caminamos detrás del santo, al que cuatro hombres cargan en sus hombros y todos en sus deseos. Varias voces se alzan en oración a San Jerónimo.
La solemnidad del trayecto muestra un rito respetuoso y puro, donde los corazones se aprietan esperando una vez más la bendición.
La solemnidad del lugar se me viene encima, las voces del coro me atraviesan y cuando toco la mano del Santo, un escalofrío me recorre el cuerpo. La vida me pasa ante los ojos: la familia, el amor, los hijos, la salud… tantas cosas por las que agradecer, que da vergüenza pedir. Suelto la mano de San Jerónimo, lo miro antes de irme. Me voy hacia el auto y las escenas de encuentros se repiten en cada casa con la puerta abierta, en cada bar con las mesas llenas, en cada esquina con vecinos felices. Me convenzo que el santito, como cada 30 de setiembre, ya ha obrado logrando el prodigio hermoso de que un pueblo entero abra su corazón y se una como pocos.”
Para continuar con el relato nos remitimos al libro Raíces de San Jerónimo del Sauce, escrito por los historiadores Roberto Lance y Juan Carlos Pedroni, 3° Edición, donde encontramos la explicación sobre las tradiciones religiosas que aún se conservan.
“San Jerónimo del Sauce celebra el día 30 de setiembre, su Fiesta Patronal en homenaje a su Santo Patrono San Jerónimo; su imagen tallada en madera policromada, constituye una verdadera obra de arte de incalculable valor histórico y profundo significado religioso para un pueblo que fiel a sus tradiciones, ve reflejado en la talla su pasado tan querido como respetado… su origen, la devoción heredada y transmitida de generación en generación.
En ese día la imagen es retirada del templo sobre los hombros de descendientes de familias fundadoras, en solemne procesión alrededor de la plaza pública Brigadier Estanislao López, reviviendo de este modo el largo peregrinar de los aborígenes hasta este, su asentamiento definitivo; esta marcha es precedida por jinetes que con lanza en mano y banderas rememoran al célebre “Cuerpo de Lanceros del Sauce”. Delante del Santo se acostumbra arrojar pétalos de flores, perfumando el paso del Patrono a lo largo de todo el recorrido; lo acompañan el celebrante, concelebrantes, monaguillos, y autoridades civiles y policiales. Los encargados de llevar la imagen van vestidos con túnicas blancas y capas rojas, acompañados por cuatro alumbrantes que portan farolas en cada extremo. Detrás del Santo se encolumnan establecimientos educacionales, grupos parroquiales y fieles que acuden en gran número; de la localidad, distritos vecinos y distintos puntos del país, porque ese día ningún “saucero” halla impedimento alguno para llegar a su terruño a buscar fuerzas de la fuente de Santidad y Virtud. Se confunden sentimientos de gozo y dolor, muestras de gratitud y fervor, peticiones, promesas, llanto y oración. Es mucho más que un pueblo tras el Santo de su devoción, es el milagro de conjugar el ayer con el hoy, es encontrar cada año en las raíces sepultadas el sustento para continuar la marcha por la vida. La procesión es acompañada por una banda de música y el tronar de bombas marcando cada estación, finalizada la misma depositan el Santo en la puerta de acceso a la iglesia donde se entona el Himno Nacional Argentino, se depositan a sus pies simbólicas ofrendas y con ardiente fe y en alta voz se lo aclama con significativos ¡VIVA!, ¡VIVA!, ¡VIVA!… luego se lo despide emotivamente hasta el próximo año con agitar de pañuelos, metralla de baterías e incesantes repicar de campanas. La imagen es depositada nuevamente a un lado del altar donde es saludada por fieles y promeseros que visten sus clásicas capas rojas o pies descalzaos; una ferviente devoción inunda el templo vestido de fiesta, sus muros velan sigilosos el tránsito de sus hijos durante todo ese día y atesoran sus ruegos y oraciones”.(Lance y Pedroni;2015:30)
A manera de ofrenda
Llega el 30 de Setiembre y la Fiesta de San Jerónimo está cada vez más cerca; esta cronista desea contar tantas cosas de lo vivido junto a los Sauceros en cada Misa o Procesión que iba a filmar…
A manera de humilde ofrenda, al Santo, al entrañable pueblo, a sus tradiciones y fundamentalmente, a su devota gente, compartimos imágenes caras a nuestro recuerdo.
Referencia bibliográfica y fotografías: Lance, Roberto y Pedroni, Juan Carlos (2015): Raíces de San Jerónimo del Sauce, 3º Edición ampliada. Disponible en: https://www.fhuc.unl.edu.ar/portalgringo/crear/gringa/catalogo/Libro%20Ra%C3%ADces.pdf